sábado, 31 de marzo de 2007

Bancos en la Calle Mayor


En cuanto salgo de Madrid las preocupaciones, las conversaciones o las simples sensaciones comienzan a ser otras. Paseando por la Calle Mayor, me percaté de que habían instalado bancos de madera. Esto parece una tontería, pero supone para esta ciudad un cambio radical de mentalidad. La principal arteria comercial y de paseo también a partir de ahora podía ser lugar de descanso. Los chiguitos corren a su vera por toda la zona peatonal, sin miedo alguno a escolingarse. Mientras, las campanas del Ayuntamiento entonan el himno de la provincia antes de dar las 12.

Se vive a otro ritmo, cuidando más el detalle, con más cariño, de manera más humana. Pero el teléfono suena de vez en cuando, para recordarme de dónde provengo y cómo dejé allá, en Madrid o donde quiera que estéis, mis cosas y mi gente.

lunes, 26 de marzo de 2007

¿Dónde estás?


Ocurriría en el Reina Sofía, delante del Paisaje, de Miró. Los dos coincidiríamos contemplando con una sonrisa la simplificación hecha arte, lo infantil como genialidad. Ensimismados y tras sentir una presencia mutua a nuestro lado nos miraríamos, sin perder la expresión risueña y relajada. Inmediatamente volvería la cabeza, ante el riesgo de estar haciendo el ridículo por mi exagerada timidez. Luego intentaría recuperar el cruce de miradas, siguiéndote por las salas con precaución de que no se me notara mucho que me encanta ese pelo despeinado, esos ojos verdes, esos pantalones caídos, esa camiseta azul celeste y esa novela de una autora que no conozco, que llevas en la mano izquierda y que parece siempre a punto de caer. En unas cuantas ocasiones nos volvemos a parar delante del mismo cuadro. Incluso giramos al compás alrededor de una obra de Oteiza , tratando de encontrar algún volumen oculto, alguna perspectiva que hasta entonces se nos había escapado. Estoy seguro de que ya sabes que me gustas e incluso creo que me estás siguiendo el juego. Pero te pierdo en la sala dedicada a Tàpies, tras una cruz gigante que apuesto a que nos estaba dando la bendición.

Desilusionado, me dirijo a la salida, no sin antes pasar por la tienda para comprobar, una vez más, que no hay nada que me guste. Es domingo por la mañana y yo me camuflo cual guiri cualquiera con mis gafas de sol y mi cámara en mano, en busca de algún sofá en medio de la calle al que hacer una foto fuera de lugar. La primera me salió movida, la segunda salió algo oscura y en la tercera saliste tú. No sé por dónde volviste a aparecer, quizá entraste en la cafetería y luego me adelantaste mientras intentaba encontrar el lado bueno del sofá. Al comprobar cómo había quedado la última foto, vi en una esquinita la prolongación del cielo brillante que lucía sobre tu camiseta. Te reconocí al instante. Sólo podías ser tú. Esta vez no te podía dejar escapar. "Date la vuelta", pensé. Ya habías pasado de largo, pero volví a suspirar: "Date la vuelta". "Date la vuelta". "Date la vuelta". Y entonces te paraste. Te entretuviste observando a un vagabundo que recogía un trozo de pan del suelo, en dura pugna con unas palomas. Pero, al final, te diste la vuelta. Intuías que te estaba mirando. Ahora sí que me atreví a aguantarte la mirada y te reté a averiguar quién duraba más. Me ganaste. Se me llenaron los ojos de lágrimas y no pude seguir mirándote. No sé si serían nervios o simple torpeza por mi parte, pero ese momento y las escenas anteriores me sugirieron emociones que pocas veces se prodigan en mí. Por fortuna, cuando levanté la vista, la yema suave y cálida de tus dedos me retiró las lágrimas de la mejilla.

domingo, 25 de marzo de 2007

No por mucho reivindicar amanece más temprano

Creo que ayer había partido de fútbol. Es probable que jugara la selección, pues a las 4 de la tarde ya había bastante gente con bufandas con los colores patrios (hay que ver la obsesión de los futboleros por las bufandas, a pesar de los 20 grados que teníamos a esa hora). Es más, puedo apostar a que España jugaba contra un equipo que vestía de rojo, puesto que éste era el color que más se veía por Huertas.

Tras varias semanas con las calles tomadas por pajarrajos de varias clases, por fin Madrid adoptó el color que me gusta. No precisamente por esa confluencia de exaltación de los valores nacionales que suelen traer semejantes acontecimientos deportivos, sino por el aire reivindicativo. Se respiraba vida por todas partes. Vida, ilusiones, esperanzas, utopías... Tras muchos meses deuna incomprensible escasa adhesión, por fin tuvo lugar una manifestación algo multitudinaria por el derecho a una vivienda digna. Y allí fui a cubrir el acto, como acostumbro en cualquier mani que se precie. Para disimular, acudí con atuendo deportivo y barba de 4 días. Pero no pasé precisamente desapercibido. En estos eventos parece que se lleva ropa oscura, mientras que mi look deportivo está compuesto por múltiples colores y tallas S, así que no pasé por un fotógrafo profesional. Como me daba vergüenza, no pude conseguir un testimonio gráfico suficiente que acreditara el buen ver de la izquierda alternativa de este país. Así que me conformo con mis típicas fotos de banderas y accesorios en Sol y Alcalá..

Después, otra concentración en protesta por el deterioro de Lavapiés. Y corriendo al teatro, a que nos incitaran con locura a la revolución, a la abolición de la monarquía, al poder de los obreros, al fin de la pobreza... También pretendían abrirnos de mente: "Ojalá algún día aprendamos a ver; ojalá algún día aprendamos a comprender".

Había que compensar tras tanto compromiso social y otra vez acabé viendo amanecer. ¡Cómo me gusta!

sábado, 24 de marzo de 2007

Infidelidades

He de confesar que te he sido infiel. No puedo seguir ocultándotelo. Antes o después te ibas a enterar, así que prefiero que lo sepas por mí mismo. No es por justificarme, que ya sé que lo que he hecho no tiene excusa alguna, pero últimamente nuestra relación se estaba volviendo bastante monótona. Una visita los sábados y, depende de la necesidad, otra rápida entre semana. El cuerpo me pedía un cambio, una variación que me permitiera conocer sensaciones diferentes. Por eso decidí asumir el riesgo.

Te puedo asegurar que nadie como tú. Me arrepentía de lo que estaba haciendo casi en cuanto entré en faena. Demasiado caótico para mi gusto, a saco desde el primer momento. Ni siquiera me cobraron como sólo tú sabes hacerlo. ¿Dónde están aquí las marcas blancas? ¿Y mis yogures bio desnatados con soja y muesli? No lo volveré a hacer, mi querido Carrefour Express.

En cualquier caso, tengo una queja. Mira, no estábamos casados, así que nuestro compromiso era meramente circunstancial. Se puede decir incluso que era una relación que nos convenía a ambos. Pero la venganza que tus designios han lanzado contra mí ha sido claramente exagerada. Encontrarme a Yola Berrocal entre lechugas y magdalenas ha resultado tan lamentable que se me han quitado todas las ganas de volver a hacerlo. He aprendido la lección.

jueves, 22 de marzo de 2007

Descubrimientos que dejan todo igual



Hoy he hecho un descubrimiento estupendo, que me va a hacer los días mucho más cómodos. Resulta que Renfe tiene un bono de 10, para viajar en Cercanías por la zona A a un precio más competitivo que Metro. Después de 6 años en Madrid me doy cuenta de ello. Los días que ande apurado me cogeré Cercanías, que tiene, sin duda, más glamour. Transportarme en tren desde la elegante zona de Aluche al cosmopolita Embajadores me proporcionará mayor calidad de vida.

Sigo siendo un paleto, me encanta. Lo único que he cambiado en este tiempo es un poco la pinta que muestro. Laurita ha aportado lo suyo, con esa cresta invertida tan graciosa que me hace. También compro la ropa en la calle Fuencarral, pero mis gustos y combinaciones son tan patéticos que todo el dinero que me gasto luce poco. Por lo demás, el mismo de siempre, un poco más abierto si cabe (pero sólo cuando tengo algo de confianza con la gente).


Madrid es una eterna sensación de amor-odio. Esta tarde, desde Pozuelo, se veían muy claros todos los edificios altos de Madrid. El viento se ha llevado la contaminación y se puede ver a lo lejos la ciudad, cosa no tan habitual. Preciosa. Atrae. Me quiero quedar en esta ciudad, siempre que pueda irme de aquí lo suficientemente a menudo. En Madrid soy yo. O, al menos, en Madrid trato de descubrir quién soy.

miércoles, 21 de marzo de 2007

Una película cualquiera


Otro días más, sin mucha historia que contar. Como la mayoría, la verdad. Lo que ocurre es que suelo hacerme mis películas para no que no parezcan todos iguales. Los días se amontonan unos tras otros y por el camino pierdo calidad de vida. Pero ya me resulta indiferente, pues estoy aprendiendo a asumir las situaciones que se van presentando y a disfrutar de ellas. Sin más rollos.

Pretendía ir al cine, pero de camino me quedé dormido en el bus, lo cual me alertó sobre la inconveniencia de pagar media entrada (digo sólo media entrada porque tenía un cupón descuento - soy el rey de los descuentos, peor incluso que la madre de ShinChan). Me quedo dormido allá donde puedo. Esta mañana también, en el típico trayecto que atraviesa la Casa de Campo hacia el sitio que me quita la vida. El fin de semana que salgo más y duermo menos ya arrastro el cansancio. Pero que todo sea para poder seguir contando películas.

martes, 20 de marzo de 2007

Derecho de pernada

No puedo aguantarle su mirada. Me pone muy nervioso. Los ojos de Eloy Azorín son de un azul aún más profundo en las distancias cortas. Se rodean además de un despeinado perfecto, que le da un aire así como de "hola, no estoy aquí".
Hablando de pelos. He terminado mi casting laboral. Va a ser que sí que hay informáticos guapos... Ha resultado agraciado por su talento, sin duda. He dicho que es el que mejor cumplía el perfil ¿eh? Jolín, de verdad, que era el más apto. Vale, y el más guapo también, pero eso ha sido mera casualidad. Me parece que va a traer conflictos en el equipo, a ver con quién se lleva mejor, a quién quita, con quién se queda... ¡Reinstauración del derecho de pernada ya!

Así que, claro, he venido a casa extresado y he tenido que ponerme a cocinar. Cocinar me relaja. Además así prosigo con la reciente tradición del tupper, que nos da a todos un aire tan cutre que nos devuelve cercanía. También me sirve para ir dando salida al arsenal de botes de tomate triturado que se están empezando a hacer fuertes en mis armarios. ¿Pero en qué estaré yo pensando cuando voy a comprar, que siempre creo que necesito más tomate? Me tengo que convencer de que, a pesar de cómo están las cosas, no va a haber una guerra civil ni volveremos a las cartillas de racionamiento.

lunes, 19 de marzo de 2007

Desde la cama

He descubierto recovecos en mi baño insospechados hasta ahora. Incluso he decidido limpiar el armario por dentro y me he dado cuenta de que tengo más cremas y abalorios de los que creía. Presumo de las poyatas de las ventanas más limpias de mi patio. Y encima las adorno con rosales mini de color rojo, a juego con mi cocina. Estoy fatal. Siempre he dicho que no me gusta hablar de mí, pero parece que por escrito es diferente. Tengo un blog egocéntrico, pero me está sirviendo para darme cuenta de que tampoco soy tan raro como creía.

Me encuentro hiperactivo. Me faltan horas. Hoy me ha alegrado poder salir de trabajar sólo media hora más tarde de la campana, por lo que quería aprovechar la tarde. Me ha faltado planchar, lo haré mañana mientras veo House. Me estoy haciendo un auténtico marujo.

Mi casa huele a pescado frito y he tenido que poner incienso a quemar, con resultados nefastos porque me estoy ahogando. Pero es ya tarde y necesito dormir. Desde la cama doy el último repaso al día. Con los ojos llorosos por el lubricante (son unas gotas oftálmicas) pienso en las ilusiones que me sorprenderán mañana.

domingo, 18 de marzo de 2007

No quiero contarlo aquí


Mis recuerdos son una mano sobre la mía, que me guiaba sobre las teclas de un piano intentando que sonara algo parecido a No quiero estar sin ti, de Rosana.

Mis sentimientos están en El Peinador, cuando pretendía mirar hacia abajo a través de la cristalera, pero la separación me desgarraba por dentro y las lágrimas me impedían ver.

Mis rarezas cantan a dúo entre Yuri y los Caños.

Mis tonterías se marean bailando en un barco sobre un río, que meses después ardió.

Mis curiosidades se pierden en un martes de Febrero, paseando toda la noche por la Gran Vía para ir después directamente al trabajo.

Mis sonrisas se reflejan en fotos de viajes donde me tapan la nariz de manera pícara, a veces acompañado de un beso en la mejilla.


Y mis miserias, de momento, no quiero contarlas aquí.

viernes, 16 de marzo de 2007

No hace falta que bajes tanto

Estoy de prácticas. Prometo que me esfuerzo. Pero supongo que tal y como van las cosas terminaré suspendiendo. Lo intento, pero no puedo. Estoy trabajando duro para poder estar en dos sitios al mismo tiempo y no me está saliendo muy bien. Se ve que el desglose de personalidad no es lo mío.

Los dos últimos meses han sido de los más intensos desde que estoy en Madrid. Estoy activo al 140% unas 18 horas al día. Mismamente ayer, estaba respondiendo a un par de mails de los bordes de turno de esta nuestra santa madre empresa. En eso me llama mi amiga Pili, por lo que aproveché para llorarla un poco y criticar a diestro y siniestro. Siempre con buen criterio, me recomendaba que me olvidara de unos cuantos... Pero de ella no, por lo que me proponía quedar para cenar este viernes. Al tiempo me entró otro mail en el que me invitaban a pasar el sábado en la sierra. En la ventana de la izquierda del messenger querían quedar para unas cañas el domingo, mientras que en la de la derecha el plan era salir el sábado por la noche a darlo todo. Pues ya está, para qué quiero más. El fin de semana completo en un instante. Espero llegar al lunes.

Y en esto pensaba mientras realizaba mis ejercicios de jalón al pecho, escuchando el último recopilatorio de Anual'07. Unos golpecitos en mi brazo izquierdo acabaron con mi abstracción. No hace falta que bajes tanto, escucho. Con que llegue la barra a la altura de los ojos es suficiente. Mira, Rodrigo, a mí no me hables así. Me distraes, pareces un sueño hecho realidad. Habiendo llamado mi atención, ¿cómo quieres que baje la barra hasta la altura de los ojos? Si hago eso, me impediría la visión de esa perfección absoluta tuya. Bajaré hasta donde me dé la gana.

miércoles, 14 de marzo de 2007

De casting

De manera poco consciente me paso la vida haciendo casting. Selecciono constantemente de todo, desde la marca de leche que compro en el Carrefour Express (baja en lactosa, porque ya me cansé de la de soja) hasta los amigos o la pareja. Estoy convencido de que los bricks de President están en mi armario porque yo así lo quise. En cuanto a las personas que me rodean ya tengo mis dudas. Los hechos que han traido conmigo a las personas que tengo más cerca son tan particulares que no sé si yo les he elegido a ellos o ellos me han elegido a mí. ¿O habrán sido las circunstancias? En cualquier caso, lo verdaderamente difícil es determinar cuándo alguien simplemente ya no está.

En un casting se trata de profundizar en las características de lo que te están ofreciendo. Hice casting de carreras, de novias, de novios, de amigos, de colegas, de rollos, de trabajos, de compañeros de piso, de casas, de hipotecas... Sin embargo, la mayoría de las veces me quedo tan sólo en la fachada, no logro ir más allá. Y, claro, me terminan por timar. Desconozco el misterio de leer entre líneas y confío demasiado en la buena fe. La consecuencia es que encuentro menos de lo que espero. O espero más de lo que me pueden dar.

Ahora tengo que seleccionar a un nuevo compañero de trabajo. ¿Me quedaré en la apariencia más inmediata? La pena es que creo que no hay informáticos guapos. Me temo que me veré obligado a considerar su curriculum.

Incentivos

Creo que me gustaría ser el protagonista de un blog. Imagino que hay alguien por ahí escribiendo sobre las ocasiones en las que nos cruzamos en el gimnasio o el recorrido diario que compartimos en autobús. Bien podría narrar las discretas miradas que me lanza por las mañanas desde el asiento de al lado e incluso que la semana pasada me escuchó cuando hablaba por teléfono con un amigo y le indicaba mi mail. Cualquier día me mandará un correo al que yo le contestaré que es de mala educación escuchar conversaciones ajenas. Pero yo le diría eso sólo para hacerme el duro y parecer más interesante, porque en el fondo me encantaría.

Pero estas cosas sólo ocurren en los blogs. La vida real es mucho más aburrida y hay que estar continuamente buscando incentivos. Pero hay incentivos incompatibles con situaciones reales. Y así es como los incentivos se vuelven pesadillas. Entonces uno empieza por quitar y poner. Quita (o saca -mira, ya no sé cómo se dice-) amigos, compañeros y personajes que hasta entonces te rodeaban para poner (o meter) a otros recién aparecidos. Y volver al principio. El eterno devenir. Resulta muy fácil hacer esto y aparentemente duele menos de lo uno preve. Algún día todo supurará.


martes, 13 de marzo de 2007

Quiero

Porque eres tú. Creo que a cualquier otra persona no le permitiría que me tratara así. Que te mantengas tan distante revuelve mis sentimientos. Pero al final siempre regresan al mismo sitio: necesito tu compañía, tu comprensión, tus palabras, tu complicidad, tu alegría. Tengo que ajustarme a tu agenda para poder tener un huequito en tu vida, pero ese poco de prioridad a mí me mantiene despierto. Entiendo tu precaución, pues puedo resultar peligroso. Las cápsulas protectoras están bien, las máscaras ayudan, pero me impiden ver tus ojos.

No sé por qué te cuento estas cosas, ya sabes que no suelo ser muy directo. Pero no puedo borrar tu recuerdo. Porque ahora es únicamente eso, un recuerdo que nunca se va a borrar. Quiero que seas presente y que podamos recordar juntos. Quiero, por fin, poder ser yo y actuar en consecuencia. Quiero tener en mis manos la responsabilidad de mi futuro. Quiero tener en mis manos las tuyas.

domingo, 11 de marzo de 2007

Surrealismo palentino



En Palencia hay ahora mismo tres temas de conversación que copan los mentideros habituales: las dos glorietas que hay en obras que están trastornando la circulación de la ciudad, las tiendas de chinos que están proliferando como setas y el Burger King que han abierto a la entrada de la Calle Mayor. Curioso lugar, pero cómo me gusta...
Caminar por la calle y conocer a la gente, salir por la noche y que te reconozcan (aunque no existiera previamente una presentación personal...) Arriesgarse a hacer algo que probablemente suponga estar en boca de media Palencia al día siguiente. Todo eso es mi tierra, una ensalada de jamón de pato danzando con láminas de melón y escarchada por una reducción de zumo de maracuyá. Un plato convenientemente aderezado con una dosis de surrealismo de los que dan vida y quedan en el recuerdo. ¡Qué raro todo!

viernes, 9 de marzo de 2007

Haciéndome mayor

El trabajo me mata y está dejando reflejo en la cara con la que llego al viernes. Así que he tenido que darme sesión doble de programa de recuperación integral: recorte de pelo, gomina a siniestro, autobronceador, antiojeras y crema hidratante hasta decir basta.

Me voy el fin de semana a mi casa, a ver si mi mamá me cuida bien y consigo descansar algo. Mira que yo pretendía llegar a convertirme en un maduro interesante, pero a este ritmo no sé dónde me quedaré. Viendo a mi alrededor, tampoco me conservo tan mal, pero la edad me asusta mucho. Temo no estar aprovechando el presente tanto como debería, puesto que los momentos tienen que ser siempre únicos. A veces pienso en una situación que me agobia: ahora, en la cena de Nochebuena miro a mi madre y veo que está rodeada únicamente de sus hijos y hermanos, puesto que quien tenía por encima ya ha desaparecido. ¿Quién me acompañará a mí en Nochebuena cuando tenga unos cuantos años más? Hijos no voy a tener... No sé si me asusta más la edad o la perspectiva de soledad.


(En la foto, haciendo el gilipollas para intentar recordarme que no soy tan mayor como me creo)

jueves, 8 de marzo de 2007

A contracorriente

Suelo tener la sensación de que voy al revés que el resto de la gente que me rodea. Si me pongo pantalón largo, alrededor creo que todos van de corto. Los piratas me quedan ridículos, pero si no los visto, no voy a la moda. El día que saco fuerzas para ponérmelos, están ya pasados. Si llevo una camiseta sin mangas, los demás van con sudadera...
No se trata de que quiera ser independiente o alternativo, sino que capto mal las tendencias o me organizo un mundo paralelo en el que me invento que todos van distintos que yo. Mejor dicho, en el que yo voy inconscientemente de por libre.

Pero con pantalón rojo largo y camiseta azul, sólo puede haber uno, y más si está en la bici. Volví a ver al chico del gimnasio, después de nuestra presentación oficial. Nos saludamos y... hasta aquí puedo leer. No porque no quiera, sino porque no hay nada más que contar. O me huye o le gusta el fútbol (no sé cuál prefiero jeje). Pero lo peor de todo es que el muy guarro se fue sin siquiera ducharse! Tendré que pasarme a Alcampo.

miércoles, 7 de marzo de 2007

Ataque de acné

El chico del autobús siempre encuentra la ropa apropiada para camuflarse con el clima. Estos pasados días primaverales lucía tonos pastel. Hoy llueve en Madrid y ha vuelto al negro (le sienta mucho mejor), protegiéndose con una especie de chubasquero a juego que le quedaba genial. Esta mañana no me he podido sentar detrás de él, a pesar de que había sitio libre y que me encanta ir mirándole las pecas que tiene en la cabeza (son exactamente tres y media, al principio creía que eran sólo tres, pero a base de fijarme le vi una mancha adicional que apenas se notaba). Me puse al otro lado del autobús porque estoy padeciendo un brote de acné y, claro, no iba a estar enseñándole la mitad de mi cara en plena erupción.
Es lo que tiene conservarse tan estupendamente joven. Incluso he vuelto al alcohol. La única diferencia es que con 18 años hacía competiciones con mi amigo David a ver quién aguantaba mejor las sucesivas dosis de tequila, chinchón y absenta, mientras que ahora me da por el ron con cola. Tampoco es precisamente mucha mejora, ya que el garrafón de Madrid tiene tela. Además, el viernes pasado volví al calimocho... sin comentarios.


(Ya llevo unos cuantos posts y aún no he hablado de política. Me alegro de ello, porque está el país como para exiliarse en una isla... Prefiero la bandera de la derecha).

martes, 6 de marzo de 2007

El peluche y la basura

Al sacar el portátil de la cajonera, me encuentro debajo con un osito de peluche. Lleva conmigo 4 años, acompañándome por las muchas oficinas a las que nos hemos trasladado desde entonces. Era el último objeto que introducía siempre en las cajas de mudanza, de manera que no padediera los achuchones típicos de estar abajo. Además, me daba alegría abrir la caja en la oficina destino y encontrarme con mi peluche.
Nunca le puse nombre. Le colocaba delante del monitor, identificando mi puesto de manera bastante obvia. Al principio me daba corte hacer este gesto, por aquello de qué dirían. Luego ya me daba igual, total, yo soy así, con mis ridiculeces y mariconadas incluidas. Me gustaba verle allí, observando mis cabreos diarios, mis borderías habituales y, sobre todo, la buena gente que durante este tiempo me ha venido a hacer visitas.

Desde hace varios meses no le he dejado salir del cajón. Me trae demasiados recuerdos. Fue un regalo de una de las personas cuyo sms me ha faltado este año nuevo. Una de las personas más importantes que ha pasado por mi vida. Hace más de un año que no le veo, más de 8 meses que no sé nada de él. Me cuesta tener al peluche delante sin que me recuerde a él. Es un perrito. Supongo que me lo regaló porque yo siempre le hablaba de mi perrín (hace un año que ya tampoco está).

No sé qué hacer con el peluche. He pensado en tirarlo, aunque no sé, no se lo merece, ni el peluche ni el recuerdo. Creo que últimamente estoy algo obsesionando con la basura. No voy a tratar de interpretarlo, pero es que incluso sólo hago fotos a basura. Quiero dar una salida digna al peluche, pero no se me ocurre nada.

lunes, 5 de marzo de 2007

Perfecta crueldad

Trabajo en un parque empresarial donde se puede comer en el suelo. Sólo se puede caminar por las sendas amarillas y se te desvías te arriesgas a que el señor de la bici casi te acuse de conspiración judeo masónica izquierdista contra el orden establecido. Todo es previsible, tan reglado, tan alineado, tan simétrico, tan perfecto...

La perfección me agobia, me causa inseguridades. Quizá ahonda mi sentimiento de inferioridad. Lo único que me gusta de este entorno en el que cada día veo amanecer es la jardinería, un sueño de paisajismo ambiental. Creo que sería mucho más feliz trabajando de jardinero. Pero aquí no dejan crecer a las plantas. Por supuesto, no se admite que un arbusto sobresalga sobre los demás, ya que desentonaría con el entorno. Pero ni siquiera se permite que cipreses, tuyas y durillos crezcan simultáneamente. Rompería en esta ocasión con la necesaria horizontalidad que pretende camuflar el recinto. Si una planta crece con vigor, siempre tendrá la amenaza de una pala que, en el mejor de los casos, la trasplantará a un espacio más abierto. Me parece cruel que éste sea el precio de la perfección.

Creo que yo también soy cruel. Hace unas semanas se me murió un bambú. Como dicen que tienen que ir siempre en pareja, aprovechando mi visita a Ikea de este fin de semana compré otro. En realidad compré dos, para que fueran alineados, simétricos, perfectos. En fin, me sobraba uno. Decidí que el que sobraba era el que ya tenía en casa. Había crecido ya demasiado, cabía mal en el jarroncito y casi se daba con la vitrina que tiene por encima. Iba a tirarlo, pero los principios me lo impidieron. El bambú no tenía la culpa de haber crecido tanto, de hecho ésa era la recompensa que me ofrecía por haberle cuidado bien los dos años que me había ido siguiendo entre mudanzas. No podía deshacerme de él, sería cruel. Así que ahora tengo tres bambús. Los dos nuevos en un jarrón y el familiar, en el medio de de los dos, en el otro. Tras una pequeña poda se acomodó mejor a la nueva situación.

En cualquier caso, me siento cruel. Tenía otra planta bastante fea en un tiesto que le hacía justicia. Quería deshacerme de ambos. Aprovechando que se trata de una planta de interior, la he sacado a la ventana. No seré yo quien acabe con ella, sino este clima loco madrileño. No, yo no seré el responsable.

domingo, 4 de marzo de 2007

Ilusiones

Tengo una botella de Ribera de Duero en la ventana. Esperaba que se refrescara un poco, pero creo que con el calor que hace hoy mejor la meto en la nevera. No me gusta el vino caliente, tampoco frío, pero últimamente lo ponen por ahí como un caldo. Acabo de comprar la botella en el Carrefour Express, aprovechando que es el primer domingo de mes y estaba abierto. Además, así aprovechaba para ver a Ángel. Me encanta cómo sonríe mientras dice: "siguiente, por favor, pasen por aquí". (¿Será Ángel el novio de mi chico del gimnasio? ¿O será el de la camisa azul? En todo caso... ¿será su novio o sólo su compañero de piso?)
Me he pasado la mañana limpiando. Voy a comer solo, lo cual no es una novedad, vivo solo. Pero la sensación de abrir una botella de vino para uno solo me pone melancólico. Vino acompañando sobras varias. Un buen remate.
Esta tarde tengo que trabajar desde casa, revisando una documentación de un proyecto cutre que se nos ha escapado de las manos. Los almendros del Parque de la Quinta de los Molinos en flor y yo en casa con una mierda de Word por toda compañía. El Monte del Pardo rebosando de primavera y yo rodeado de un manual de instalación, una guía de administración y las correspondientes pautas de explotación.
En la reunión sectaria de final de año, mi jefe expuso todo lo ilusionado que se sentía porque nos acababa de absorber una gran empresa y con ello presuponía que se nos abrían grandes oportunidades. Yo me ilusiono con que mi paella con chorizo quede lo más buena posible o con la expectativa de irme de vacaciones con mi novio. No cuadro con lo que me rodea.

¿Es este el tipo de vida que quiero? Necesito un cambio. Necesito vida.

jueves, 1 de marzo de 2007

Yo creo que deberíamos presentarnos

Mira que me cuesta conocer antes la polla de alguien que su nombre. La gente que conozco (conocía) del chat abusaba de eso. "Hola, 1.82, 76k, 18cms, ¿quedamos?" Y ya está, para qué más, si con eso ya se tenía toda la descripción posible de una persona... Lo mismo que las páginas de contactos en internet. Suelen estar plagadas de presentaciones de la polla del propietario del perfil. Fotos tomadas desde todos los ángulos nos dan una visión lo suficientemente general de lo que nos vamos a encontrar en caso de que queramos conocer al personaje.

Pero ha sido la primera vez que me ha ocurrido semejante situación en un medio diferente de internet. Con el chico de la sauna. Conocí antes su desnudo que su nombre. Varios jueves seguidos coincidiendo (solos) en la sauna del gimnasio ya nos había hecho casi colegas. Así que, contra todo pronóstico, el jueves pasado le solté: "Nos vemos aquí todos los jueves, yo creo que deberíamos presentarnos". Y claro, con lo cortado que soy, el corazón se me salía. Estaba encantado de la posibilidad de hacerme amigo de alguien en el gimnasio, que me aburro soberanamente. Además, mi análisis psicosociológico tradicional me decía que era un chico majo. Mi apreciación se corroboró y hasta luego me acompañó a casa, que le quedaba de camino hacia donde él iba.
Por cierto, se llama Miguel Ángel. Y hoy no ha venido. Tendría turno de tarde. Viene siempre con un pantalón de chándal rojo. Según estaba corriendo en la cinta vi algo rojo, pero no era él, sino la profesora de danza del viente (¡qué poco estilo, por dios, con lo que vale mi amiga Pili!). También vi otra cosa roja, pero era el extintor. Bueno, esperaremos hasta otro jueves que Carrefour le quiera dar la tarde libre.