lunes, 30 de abril de 2007

Otros pensamientos


No sabría adivinar su edad. 70 años, 80 quizá. Quién sabe si más. Los chopos tienen un crecimiento muy rápido. Su imponente tronco, que calculo de unos 10 metros de perímetro, se encuentra enraizado casi sobre el mismo río. Está lleno de rugosidades, le falta corteza en algunos tramos y, sobre todo, llama la atención una enorme cavidad vertical que le llega casi hasta el mismo centro. A pesar del aspecto general de ancianidad, tiene unos brotes de hojas de un verde espectacular. Los árboles muestran estos días el mejor color del año.

La lluvia ayuda a que el campo presente un estado magnífico. Me refugio de ella bajo los soportales de la Calle Mayor, mientras compro cremas, pastas y libros. Han abierto nuevas tiendas, la mayoría de grandes cadenas, que contribuyen a dar un aspecto de modernidad al centro de la ciudad. Hace frío, esta mañana he escuchado por la calle que sólo faltaría que nevara. La verdad es que no me extrañaría. He dormido con dos mantas y edredón. Pero aun así, he sudado menos que las dos últimas noches, en las que dormí sólo con un nórdico (es una prenda de cama) a la altura de la cintura.

Estoy tratando de desconectar del trabajo. Sin embargo, la deformación profesional me lleva a tratar de traducir o mapear algunas cosas poco apropiadas. Por ejemplo, el 130 desde este viernes por la noche tiene un significado especial.

Por cierto, cuando vuelva a Madrid me tienes que dar detalles. No me puedes soltar sin más los titulares de la noticia. Seguro que saco un hueco para que me narres la escena, si es necesario con performance incluida. Que si tú no pudes sacar provecho de la situación, yo lo pienso contar donde se tercie, mira que si me quito de pobre gracias a esto... Sólo te lo voy a decir en tres palabras: CUÉNTAME CÓMO PASÓ.

jueves, 26 de abril de 2007

Instinto de supervivencia


Creo que tengo cierto instinto animal. Cuando veo pasar a alguien que me gusta (o coincido con él en un ascensor) noto que salivo. No sé si puede ser debido a que me le quiero comer o algo parecido. Pero le observo cual presa potencial, sin poder desviar la mirada de él. Y cuando sé que no va a escapar, me pongo a temblar.

Existe un paso adicional. Si me muerdo el labio inferior entonces suele significar que esa persona me encanta. Una sonrisa simultánea da perfectamente a entender que necesito que forme parte de mí.


Me duele el labio.

Sólo dos palabras

Vuelve ya.

(necesito que me aprietes)

martes, 24 de abril de 2007

Decisiones importantes


A lo largo del año siempre me toca tomar un par de decisiones de suma importancia: no presentarme a los exámenes de la Uned y qué día cambiar el pijama de invierno por el de verano.

La primera es fundamental para no sentirme que he estado perdiendo el tiempo estudiando durante algunas semanas. En este sentido, este año ha sido fácil decidirme: no empiezo ni siquiera a estudiar y asunto arreglado. Que no estoy yo para más líos... No sé cómo lo podría haber hecho, porque es raro que llegue a casa antes de las 10 de la noche (desde las 7 de la mañana que salgo) y luego me tengo que preparar cenas, comidas, ropas, blogs, fregaos y demás.

Respecto de la segunda decisión, ha resultado más bien una imposición por el calor nocturno que se disfruta hoy en Madrid. Me encuentro ya sobre la cama con mi pijama corto de verano, que lleva guardado varios meses y, claro, así huele.

Es el primer día que voy a dormir con pijama de verano. Pero no es el primero que duermo sin el de invierno.

lunes, 23 de abril de 2007

Madrid¡¡¡ OSCURO )abierto(


Plaza de Cánovas del Castillo. Mañana soleada, sin duda de un día festivo. Una cámara montada sobre una grúa rebasa la fuente de Neptuno y se acerca sigilosamente hacia el Palace. Junto al semáfaro de Carrera de San Jerómino, se ve a un grupo de cuatro músicos (indios, sudamericanos, tunecinos, a saber...) tocando una animada canción con sus instrumentos de viento. A su lado, a la espera del señor de verde, un chico abraza -con suma delicadeza- por detrás a otro, que le responde girando la cabeza y dándole un beso con los ojos cerrados. No los puede mantener abiertos porque se le empañan de la pura felicidad del momento.

La cámara inicia entonces una súbita ascensión, dejando a lo lejos a una tropa de turistas de piel pálida, dispersos por las aceras. La imagen se detiene en el cielo de Madrid. Y, de repende, oscuro. Un segundo y medio interminable con la pantalla negra, que se rompe finalmente con un Madrid¡¡¡ en grandes letras, que ocupan toda su extensión. Y otra vez negro, aunque ahora sólo por un segundo. Porque el video termina con un )abierto(.

Me has hecho protagonista de un anuncio promocional de Madrid.

domingo, 22 de abril de 2007

Exposición


Plantado ante un cuadro tenebroso recibo tu aliento contra mi oreja derecha. Me hace sobrecogerme aún más. Dirigo mi cabeza hacia atrás, ligeramente ladeada, para encontrarme con tu hombro y así, apoyado, poder seguir contemplando durante un minuto adicional la combinación de colores, sombras y relieves simulados que teníamos delante.

Avanzamos entre los números acariciándonos mutuamente el brazo, sin importarnos las posibles miradas indiscretas de alrededor (ni siquiera puedo observar si hay alguien más en la sala, a pesar de que a ti te estén agobiando). De vez en cuando te beso, no puedo soportar tenerte a mi lado sin sentir tus labios acariciando los míos. Me produce un ligero escalofrío que se traduce al final en un ardor de manos. Por eso meto la izquierda en el bosillo trasero de tu pantalón negro de pitillo, ochentero, con la esperanza de que allí se apacigüen mis sentimientos desbocados. No, no quiero romperte los esquemas. Debo controlarlos.

Pero los hechos siguen su propio camino.

Cuando ya salíamos del centro, de la mano, todavía no era consciente de que había sido la exposición más fascinante de mi vida.

- ¿Cuál te ha gustado más? -me preguntaste-. A mí el blanco.

- Sí, era muy curioso, parecía que tenía dibujada otra escena debajo -contesté yo, intentando llegar a alcanzar ese aura de intelectualidad que me estaba raptando.

- A mí me ha recordado cuando en clase de plástica, en el colegio, nos hacían llenar de colores la base de una cartulina, para después cubrirlo todo de cera negra y, finalmente, rasparla para que surgiera alguna escena.

- Es verdad, yo también hacía eso, me llevaba horas.

- Bueno, pero aún no me has dicho cuál te ha gustado más. Los verdes tampoco estaban mal.

- Lo tengo muy claro: ése en el que se te veía abrazándome por detrás, mientras yo sonreía, encantado, ante un infantil retrato de Miró.

Esto último ya no me atreví a decírtelo.

jueves, 19 de abril de 2007

Punta del Este


Con lo bien que nos llevábamos y los buenos ratos que hemos pasado juntos. Quién sabe si en algún momento podremos retomar la relación tan estrecha que siempre nos unió. No te voy a poner excusas del tipo me duele la cabeza. Cierto es que me encuentro últimamente muy cansado, pero, simplemente, de momento, tengo otras cuestiones en las que pensar. Ni siquera creo que sean cosas propias de la edad.

En fin, al menos lo que está en curso en el Ares, que termine de descargarse, aunque va bastante lento. Quedan muchos megas pendientes y mi disco duro está a punto de reventar. Habrá que pedirle un pequeño esfuerzo adicional. Todo sea por rendir culto al Este como se merece. O por no perder del todo el contacto.

miércoles, 18 de abril de 2007

Change Document

Resulta más sencillo dar consejos cuando observas las situaciones desde fuera. La distancia proporciona una objetividad que siempre ayuda a la hora de opinar sobre las historias de los demás. Sin embargo, cuando estás involucrado en algo hasta la médula es complicado devolver una opinión, incluso cuesta determinar que de verdad está ocurriendo algo digno de considerar.

No conocía demasiado Madrid antes de ser un emigrante más. Pero resulta obvio que hoy no es la misma ciudad que cuando llegué. Aparte de los datos materiales (y no hablo de los logros de Gallardón) quizá tampoco mis ojos son los mismos que hace 6 años. No observan las mismas cosas ni se detienen en las mismas curiosidades que voy descubriendo en cada paso.

Hablo de cambios. Llevo semanas en el trabajo sin parar de hacer Change Documents. Conozco con (escaso) detalle el funcionamiento interno de la mayor parte de los sistemas de la empresa que me quita la vida. Estoy más contento... O como diría cierta inestimable: Una mierda... Al igual que las opiniones, cuando los cambios los está viviendo uno mismo resultan difícilmente perceptibles. Pasadas algunas décadas se harán estudios de cómo ha cambiado Madrid en los últimos años. Dentro de cierto tiempo reflexionaré desde la distancia acerca de cómo he cambiado yo.

Y te contaré de qué forma me ayudaste.

lunes, 16 de abril de 2007

Palabras (inconexas) **cruzadas**


Me gustaría no cambiar nunca la relación con la gente que en algún momento de mi vida ha resultado importante. Supongo que cada persona tiene su época, con las circunstancias que propician el acercamiento. Por ejemplo, a ti te echo de menos, y no debería. Por eso siempre trato de recuperar amistades pasadas tal cual las recordaba, cayendo en el error de no adaptarlas al presente. Y terminan por salir mal. Pero con un abrazo resulta diferente.

Suelo emplear la ironía para ocultar mi timidez. Sin embargo, me gusta tu mirada. No quiero perder ciertas sensaciones que tanto bien me causan. A veces me tomo más confianzas de las que debería, con resultados nefastos. Contigo no ocurre. Se me puede malinterpretar, porque además resulto bastante serio cuando hablo sin sentido y, sí, me haces falta.

Todos los que me conocéis de alguna manera habéis salido aquí citados, de forma directa o indirecta, en múltiples ocasiones. Unos más que otros y no necesariamente en función del tiempo que hace que nos conocemos. Otras veces, mis historias son ilusiones que me has ayudado a escribir. Porque, al final, yo soy lo que me llevo de vosotros y lo que me hacéis sentir. También tú, por supuesto.

Tengo ganas de llorar. Mi inestabilidad me desquicia.

domingo, 15 de abril de 2007

Cosas incongruentes






No tengo ninguna idea sobre la que escribir hoy. Sólo un cúmulo de sensaciones que encajan mal unas con otras.






Como el hecho de tener amigos que se levantan a las 6 de la mañana a hablar conmigo sobre sus cosas, porque querían compartir algunos sentimientos. Un gesto que no puedo dejar de agradecer.

O que ayer sábado no pude casi reaccionar en todo el día. No sé a qué hora llegué a casa, pero recuerdo que el repartidor a domicilio del Carrefour Express ya estaba subiendo algunas cosas. Y es que no me entero de las noches (y de los amaneceres...) cuando salgo con la persona que me lleva por mal camino.

No pega nada decir que me asusta que me esté leyendo tanta gente que no esperaba, nunca me había pasado nada así. En el fondo me encanta, esto se está convirtiendo en un vicio que me relaja mucho. Gracias por dedicarme un rato por las mañanas o antes de acostaros para dejar algún comentario que siempre me sirve para tratar de conocerme y conoceros mejor.

Tampoco viene a cuento contar que se me ha llenado la bosa del aspirador. Y he ido a buscar la de repuesto justo en el único sitio donde podía estar: en el apartado reservado para archivar los papeles de Hacienda. Mi orden y yo sólo nos entendemos nosotros mismos.


Hoy me siento muy raro, pero bien. Me gusta. Ya era hora.

jueves, 12 de abril de 2007

Paisajes lunares


En el fondo me está apeteciendo mucho la idea. Me imagino unos días de verdadero descanso, que no hay duda de que me hacen falta. Incluso las personas que me rodean están sufriéndome desde hace un tiempo y no es justo para ellos. Por eso, me imagino tirado en la playa, leyendo un libro tras otro, enterándome de lo que ha ocurrido el día anterior por el periódico, bañándome desnudo al amanecer. También podría coger una bici para desplazarme hacia las recogidas calas cercanas, aunque ello implique hacer una pequeña escalada por las estribaciones de la sierra que llegan hasta la costa. Me dedicaría sobre todo a asentarme psicológicamente. También a otras tareas más materiales: comer bien o dormir todo lo que no he podido últimamente. El movil apagado, salvo en el rato que emplearía para comunicarme con quien de verdad me apetece hacerlo.

No sé si me atreveré a ir allí. Creo que es el sitio apropiado para lo que voy buscando. Paisajes a veces lunares invitan siempre a la reflexión. La temperatura supongo que será muy buena ya en esa época del año. La luz muy blanca me mantendrá lo suficientemente despierto. Y el mar, en calma, como siempre, me hipnotizará.

La empresa que me paga tiene a bien concederme muchos días de vacaciones que no consigo dar salida, así que me voy a conceder el lujo de tomarme casi tres semanas en pleno mes de mayo. Estoy empezando a apreciar el lado bueno de ir a algunos sitios solo. Hasta no hace mucho me costaba ir incluso al supermercado sin que me acompañara nadie, pero ahora ya es diferente. Disfruto saliendo solo un sábado por la tarde a hacer fotos por Madrid, un domingo por la mañana al Reina Sofía o un miércoles al teatro a la salida del trabajo. Pero irme de vacaciones solo es otro tema. Incluso me altera la idea de llegar al hotel y solicitar mi habitación individual o estar en el comedor siendo observado por mi rareza. Sin embargo, lo siento como necesidad, pero temo terminar agobiándome más por la situación, invirtiendo los resultados que precisamente pretendía conseguir con la experiencia. En cualquier caso, creo que voy a probar. Sí, por qué no. Me da miedo, pero sí.

miércoles, 11 de abril de 2007

No quiero ser como tú


No logro creer lo que me acabas de decir. Tu madre está en la UCI y no puedes ir a verla porque tienes mucho trabajo. Entiendo perfectamente lo duro de la situación y el agotamiento que estamos padeciendo en las últimas semanas, pero por añadidura comentas que quizá no salga de ésta. ¿Dónde está tu orden de prioridades en la vida?

Por no hablar de lo tuyo, que de puro actor cómico, en el drama diario resultas tan poco creíble. Arrasas con todo y todos los que tienes alrededor con tal de salir en la foto con el cuello un poco más alto. Mientes descaradamente para justificar tu incompetencia, sin importarte el daño que esparces por donde te mueves.

Desde luego, tú tampoco eres mi favorito. Te vendes como un divo que todo lo controla. Muestras unos aires de grandeza que ni de lejos te corresponden. Pero te halaga tanto que la gente agache la cabeza cuando circula a tu lado...


Por lo que parece, tengo bastante claro en quién no quiero llegar a convertirme. Tan sólo me hace falta, pues, saber a quién me quiero parecer. O mejor, quién me gustaría ser, sin tenerme que ver reflejado en los demás. Una labor, sin duda, muy complicada.

martes, 10 de abril de 2007

Provocar es malo


Pues qué bien. No sé si te había visto antes, me suenas de algo. Ya sé que no es justificación, pero no he podido retirar mi mirada sobre ti, ya sea por completo o por zonas, desde que he entrado. Y tú lo has notado, me da igual. Es que, de verdad, no puedo evitarlo. Ejerces un impresionante poder de atracción sobre mí.

Pero no me lo puedes hacer pasar tan mal. No es justo que te portes así. No, no, ¿qué haces? ¿Dónde vas? No te pongas aquí al lado. Hay mucho local libre como para que te sitúes justo a mi izquierda. En fin, haz pesas donde quieras. ¡No! ¡Pero no así! Creo que me estoy ahogando. Ya te había visto que llevas unos Calvin Klein blancos, pero esa forma de levantarlas me está pareciendo incluso obscena. Se te sube la camiseta hasta el ombligo. ¿Pero no te das cuenta de que me estoy poniendo muy nervioso? Lo que me faltaba, tú también me miras ahora. ¡Pero para ya! Oye, que si tú sigues yo entro al juego. Voy a ver qué se tercia por el otro lado porque no puedo aguantar esto. De acuerdo, no puedo perderte de vista, los espejos me lo impiden. Te veo reflejado haciendo unos movimientos que bien parecen sacados de una sesión erótica. Sí, mejor, vete a la ducha. Supongo que a la terma no te atreverás a entrar. Vaya, me equivoqué. Pero yo no te sigo, ¿eh?, que aún me queda un rato. Menos mal, un rato de relax. Hasta que me toca retirarme. Qué oportuno soy, voy a los vestuarios cuando tú sales. "Ciao". Uf, qué ojos.

No puedo con la primavera.

lunes, 9 de abril de 2007

Es peligroso observar demasiado

Tengo fijación por las vidas ajenas. Cuando me cruzo con alguien, me intento imaginar hacia dónde irán, con qué objetivo, si ese será su trayecto habitual o si el día en el que me los encuentro será especial para ellos. De hecho, me cuesta imaginar que las escenas en las que me desenvuelvo no estén explícitamente montadas para mí, bajo la batuta de algún gran director. No es posible que Barcelona siga su ritmo sin que yo lo vea, que Palencia siga existiendo (aun cuando los mapas últimamente se empeñen en lo contrario) desde que emigré, que Vigo tenga Puerta del Sol a pesar de que ya nunca pueda volver a comprobarlo o que Almería esté ya creada mientras me está esperando.

En verano me apasiona mirar por las ventanas abiertas de las casas del centro de Madrid, que esperan -ilusas- recibir algo de brisa de la madrugada. Observo la decoración de los salones, la iluminación, los colores de las cocinas y, claro, a la gente de su interior: cómo se desenvuelven, a qué dedican el tiempo en el que pueden ser ellos mismos.

Cuando soy espectador por la calle, reconozco también que suelo fijarme más cuando están haciendo fotos:



O cuando pasean despistados por el mercado:


O cuando leen, embobados, las explicaciones de una exposición:


O si son italianos:


(De acuerdo, en algún momento tenía que salir mi lado oscuro)

domingo, 8 de abril de 2007

El escondite del cielo


Repasando el álbum de fotos observo que tengo cierta fijación por las alturas. No me gusta que en el encuadre quepa el suelo. Me encanta la luz y por eso acudo a buscarla allá. Las figuras proyectadas contra el escaparate del cielo adoptan unas formas y colores diferentes. Además, habitualmente surgen escenas extrañas donde menos te lo esperas.

No sé cuál será el escondite del cielo. Tengo la intuición de que no está muy lejos. Sólo un empujoncito más y seguro que llego enseguida. Casi puedo sentirlo, ya casi me estoy dejando sentirlo. La caminata no será larga. Ayúdame a arrancar la marcha, por favor.

martes, 3 de abril de 2007

Buscando una cápsula


Me encuentro acelerado. El corazón acompaña a este estado general. E incluso las verduras hierven al ritmo de las taquicardias. He puesto a cocer una menestra y las zanahorais, guisantes, coles y alcachofas subían y bajaban por la olla a la velocidad que dictaba mi pulso.

Necesito un descanso. Pero no sólo de trabajo. Necesito también dejar de pensar durante un tiempo. No entiendo cómo es posible que un mismo hecho tenga interpretaciones tan contradictorias partiendo de la misma persona. Y ése soy yo. Algo tan pronto me produce exaltación de ánimo como decaimiento encubierto. Tengo que hacerme más fuerte. Me gustaría vivir en una cápsula que me aislara cuando me apeteciera de todo y todos los que me rodean. Pero eso sólo sería huir como las avestruces. Debo aprender a afrontar las cosas como son y a no dejarme apabullar. No puedo pretender quedar siempre bien con todo el mundo, pues eso al final desemboca en injusticia para todos, empezando por mí mismo. Quiero pasar de todo, pero no sé cómo se hace. También quiero pasar de ti, no resultará tan difícil, créeme, lo comprobarás. Ya verás como en cuanto empiece a hacer un poco más de calor y el río baje más turbio, las señales que ahora despliegas comenzarán a verse borrosas. Hasta que el puro óxido las termine por confundir con el fondo del cauce.

Creo que voy a hacer un curso de teatro.

lunes, 2 de abril de 2007

Los inmigrantes no son católicos

Dicen que Madrid es una comunidad multicultural (sí, y también que Lavapiés es cosmopolita). Yo añadiría el condicional a esa afirmación, pues no lo es tanto como debería, teniendo en cuenta que más de la sexta parte de su población es extranjera y que un porcentaje mucho mayor aún procedemos del resto del Estado.

Sensaciones como la de hoy ocurren en momentos muy puntuales. Uno entra al metro cargado de sueño y se tiene que frotar los ojos para adivinar en qué país se encuentra. Estos días los españoles somos una auténtica minoría en hora punta. Se ve que los inmigrantes no son católicos, pues tienen el vicio de trabajar en estos días en los que todos tendríamos que estar de retirada espiritual para conmemorar en la intimidad la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.

domingo, 1 de abril de 2007

Chiguitos


Cada vez me siento más crío pero los críos me cansan. Ha sido un descubrimiento reciente, quién me lo iba a decir. Me encuentro ya como en otro mundo muy diferente a aquel por donde se mueve habitualmente la gente de 20 años. Incluso me están empezando a gustar los de mi edad, por no decir más mayores... Supongo que serán épocas que hay que ir atravesando.


Sin embargo, siempre hay excepciones, como todo en la vida. Por eso, ha sido otro fin de semana de dormir poco, aunque esta vez no hizo falta que llegara el amanecer.