Tengo la cabeza llena de fotos en las que me metías, pícaro, un dedo en la nariz, cuando no dejabas de reñirme por hacerlo yo. Te encantaba putearme no dejándome respirar, simplemente rozándome esta nariz rota que me ahoga con facilidad.
Los desayunos se reponían solos en el armario de encima del frigorífico y rara era la tarde en la que faltaba la mirienda. Siempre dejabas algo en tu plato porque te gustaba que rebañara los restos. Disfrutabas viéndome y, sobre todo, dándome de comer de tu propio tenedor. Yo procuraba prepararte a cambio menestra palentina, crema de calabacín y pechugas de pollo a la naranja.
Me considerabas perfecto, hasta que te diste cuenta de que soy muy de andar por casa.
Me llegaban a salir cardenales de todo lo que me tocabas el bracito. Me dolía de intentar ponerlo cada vez más duro.
Me sentía relajado cuando te quedabas dormido con la cabeza apoyada sobre mi pecho.
Fuiste el taxista sin el que no podría haber llegado ni a la mínima expresión de lo que soy ahora.
Me hacías muchos regalos improvisados, siempre cargado de ilusión por sacar esto adelante. Yo actué como un rancio.
Extremadura, Almería, Sevilla, Segovia, Ávila, Pirineos, Costa Brava, País Vasco, Cantabria, Toledo, Cuenca, Soria, Barcelona, Peñíscola, Valencia, Lisboa, París... quedarán marcados para siempre.
Los desayunos se reponían solos en el armario de encima del frigorífico y rara era la tarde en la que faltaba la mirienda. Siempre dejabas algo en tu plato porque te gustaba que rebañara los restos. Disfrutabas viéndome y, sobre todo, dándome de comer de tu propio tenedor. Yo procuraba prepararte a cambio menestra palentina, crema de calabacín y pechugas de pollo a la naranja.
Me considerabas perfecto, hasta que te diste cuenta de que soy muy de andar por casa.
Me llegaban a salir cardenales de todo lo que me tocabas el bracito. Me dolía de intentar ponerlo cada vez más duro.
Me sentía relajado cuando te quedabas dormido con la cabeza apoyada sobre mi pecho.
Fuiste el taxista sin el que no podría haber llegado ni a la mínima expresión de lo que soy ahora.
Me hacías muchos regalos improvisados, siempre cargado de ilusión por sacar esto adelante. Yo actué como un rancio.
Extremadura, Almería, Sevilla, Segovia, Ávila, Pirineos, Costa Brava, País Vasco, Cantabria, Toledo, Cuenca, Soria, Barcelona, Peñíscola, Valencia, Lisboa, París... quedarán marcados para siempre.
Éste era mi futuro. Lo dejé porque me faltaba algo. Tiempo. Inspiración. No sé, igual quien faltaba era simplemente yo. Lo siento, me fui muy pronto. Probablemente de manera injusta para ti. Y para mí. Siempre he confundido el orden adecuado en el que se hacen las cosas.
Por favor, no me digas que ahora te doy pena. Sí, estoy cambiando. Aunque creo que es un cambio desde dentro, en el que, sin embargo, no estoy dejando de ser yo mismo. Quizá acentúo algunos aspectos que te parecen nuevos, pero es simplemente una forma de abrirme a un nuevo exterior. Lo provoco un poco, no sé si se me da muy bien. Me da vértigo la nueva situación. Contigo todo parecía mucho más fácil. Tenía más dependencia de ti de la que te imaginas. Para todo. Y no creo que encuentre nunca a alguien como tú, probablemente la mejor persona que he podido conocer. Sin embargo... ahora necesito estar solo. Y te dejo escapar. Soy una pura contradicción.
Estoy tranquilo. Por fin. Al menos ya no siento que me muero por dentro. Eso es bueno, ¿no? Y tengo ganas, pequeñas, pero ganas de empezar otra vez y olvidarme de que ésta y cualquier otra ciudad a veces está tan triste como yo. Y notar que estoy cambiando, aunque solo sea un poco. Bueno, si es mucho, mejor. ¿Has visto qué egoístas nos volvemos cuando estamos solos? ¿Tú crees que nos enamoramos solo para no estar solos? Espero que lo que tienes ahora sea lo que siempre soñaste tener. ¿Dónde irán los sueños cuando no los conseguimos? Porque a algún sitio tienen que ir. Aunque creo que al final los sueños no son más que una excusa, pero una excusa muy gorda: son la excusa para vivir. Por eso a veces también se convierten en la mirada nostálgica de lo que nunca fuimos. ¡Qué putada, PeKe, asumir que nunca serás lo que siempre deseaste! Ni esperarlo siquiera. ¡Joder! Deseo, deseo, deseo, deseo... Quiero con todas mis fuerzas ser feliz, y con eso hacer un poquito felices también a los que me rodean. Eso es lo que siempre quise. Besos.
Pronosticaba un verano raro. Tengo que pasear al sol para calentarme en este agosto sin sentido. Me he quedado frío. Te debía este post. También a mí.