lunes, 11 de febrero de 2008

No es una historia más


Ésta no es una historia cualquiera. Ni siquiera es la última historia. Ésta es mi historia. La de este blog, pero, sobre todo, la mía.

Ante todo, no pretendo que esta última entrada se convierta en una plataforma de lanzamiento de besos, al estilo de Patricia Conde, la (pseudo) Miss Palencia más famosa de la historia. Pero, por primera y única vez, este post es absolutamente real.

La primera entrada data de principios de 2006, cuando Álvaro me animaba a que colgara mis fotos en alguna web y, de paso, escribiera alguna de mis tonterías. Entonces vivía con él. El período de mayor actividad de este blog ha coincidido con su desaparición definitiva de mi vida. Al margen de algún siempre bienvenido reencuentro, ocasional o provocado, la persona que mejor me conoció y que sirvió de apoyo absoluto mis primeros años en Madrid, ahora resulta un desconocido.

En las navidades del 2006, tras leer sobre todo a DavidMo, me entró el gusanillo por retomar el blog, pues no quería que quedara en una más de las cosas que comienzas pero no continúas. Al principio, lo hacía al margen de mi pareja. Quería que se convirtiera en algo íntimo que, aunque me leyeran otras personas anónimas que me proporcionaran un cierto feedback, me permitiera liberar, a mi manera, algunas sensaciones que me recorrían. Luis se enteró de su existencia meses después de que lo dejáramos, tras más de cuatro años de que me llenara el armario de desayunos bonitos, me trajera todas las tardes la mirienda y saliera en todas las fotos tapándome la nariz. Ahora está estilizando su vuelo y me permite mirarle, aunque sea de reojo y cada vez desde más lejos. Me alegro mucho por él.

Muchos fines de semana quedaron reflejados bajo la etiqueta de "Amanecer". Felipe fue testigo de la mayoría de ellos. Fuimos durante bastante tiempo pareja de hecho: nos veíamos desde primera hora de la mañana (él siempre llega mucho más tarde) hasta última hora de la noche... o cuando ya amanecía. Un personaje, un sueño hecho realidad, que descubrió cosas insospechas de mí. A pesar de la imagen tan tergiversada que ahora mismo le devuelvo.

Durante un par de meses republicanos apenas encontré tiempo para actualizar el blog, aunque tenía tantos sentimientos que sacar que al final siempre había post nuevo. El niño sevillano, en el que aún pienso casi todos los días, vino, me rompió los esquemas, me hizo vivir a colores y se fue. Le conocí el mismo día que me presentaron a la persona cuya aparición más agradezco a este blog. Nunca me tomé esto como una forma más de conocer a gente, aunque ahora buena parte de los que me rodean hayan iniciado su presencia, de una manera o de otra, a través de este medio.

David ha aportado algo equidistante entre la cordura y la locura, llevando ambos estados, al mismo tiempo, a su extremo. Entre impases y desasosiegos, se han sucedido los momentos de escucharle con la boca abierta, a punto de soltar una risa maliciosa o de morderme el pulgar de la mano derecha. A través de David apareció Jorge, que fue, es y será una de las mejores cosas que también me ha pasado, y no sólo musicalmente hablando, porque es una de las mejores personas que he conocido. A pesar de todos los avatares, sigue ahí, más cerca de lo que cree. Jorge trajo a otros compañeros de terraza: Hugo y Ángel. Imposible sujetar a unas alas inquietas. A Paco, el otro anfitrión de terraza, habría que dedicarle todo un post.

Ya no es lo mismo ir a Palencia sin quedar con Fran. Se sabe mi blog de memoria, me tiene muy estudiado, dice. Con muy pocas personas tengo el feeling de total cercanía. Pocas veces me siento libre de hablar sin complejos, con plena confianza. Fran, no sé cómo, en muy poco tiempo lo ha conseguido de mí. A pesar de ser de Valladolid.

Con una persona mantengo también una no-relación de no-amistad, iniciada a través de las palabras que dejamos aquí escritas. Es Quim. Desde una lejanía que de vez en cuando salvamos, se ha convertido en confesor de lo que no me quiero reconocer a mí mismo. También me ha enseñado mucho catalán y me hace de traductor simultáneo. Quim ha tenido en algunos momentos una imagen algo distorsionada sobre mí, que quizá he pretendido fomentar de manera inapropiada. Es una imagen superficial, que también padezco, pero que no se corresponde con aquello que de verdad quiero ser.

El último beso lo tengo que enviar muy fuerte, para que logre cruzar un océano de distancia. Otros, los dejo por aquí, para que cada uno recoja el suyo. Sois muchos los que os habéis pasado por el blog. En ciertos momentos he sentido un rubor ante la sorpresa de que recibir tantas visitas y numerosos comentarios. Todos ellos me han servido para conocerme más, saber por dónde tirar, reirme, enfadarme, reflexionar... en fin, todo menos indiferencia. Además, me sirvieron para acercarme a vuestras casas y resultar tan bien recibido. Espero seguir pasándome por ellas, porque me siguen aportando mucho.

Un tiempo todo éste en el que Pili siguió sorprendiendo. Llegó hasta límites de lo más insospechado. ¿Qué será lo siguiente?

Profesionalmente, la maduración de este blog me ha visto sufrir un despegue artificial e interesado, al tiempo que mal pagado. Mucha responsabilidad de golpe, exigida por parte de laempresaquemequitalavida e impuesta por laempresaquemepaga, con la que no siempre he sabido lidiar. Tengo la intuición de que algo va a cambiar al respecto.

De lo familiar, prácticamente nunca he hablado. La última entrada no supondrá una novedad. Porque es más de lo mismo. Y todo, por desgracia, se repite.

Ha sido un tiempo en el que he cambiado. Pero me conozco más. El blog ha tenido parte de culpa. Muchas veces uno no sabe lo que piensa hasta que lo cuenta, porque así nos obligamos a poner en orden las ideas. Tampoco es que precisamente haya sido ordenado en mis relatos... Ha sido un año en el que he pretendido experimentar mucho, dejar que llegaran muchas sensaciones de las que tenía ganas. Y también de equivocarme. Soy más abierto y receptivo, más inquieto, tengo más personas alrededor. Incluso ya sé dar abrazos. Ha sido un tiempo de expectativas e ilusiones. Y de querer vivir más. Ya no puedo conformarme con sobrevivir.

Este blog llega a su fin. Ya no tengo la intimidad necesaria para poder seguir alimentándolo. Es momento de elección. Y de pérdida. Pero, como esto engancha, proseguiré en otro sitio. No sé con qué aspecto o con qué contenido. Tampoco cuándo. Pero espero que entonces sigas ahí para leerme. Sí, tú.



----------------Tancat----------------

sábado, 9 de febrero de 2008

... yo también


Una de las últimas veces que vino mi madre a verme a Madrid me dijo: hijo, no me extraña que te guste esto, hay tanta vida… Cuando reproduje estas palabras ante la persona en la que aún pienso todos los días, rectificó el mensaje. Él consideraba que no es que en Madrid hubiera mucha vida, sino que había muchas vidas.

Las seis carreteras nacionales que parten de la capital de forma radial, son un buen ejemplo de la diversidad de esta ciudad. Incluso de sus contradicciones.

La carretera de Valencia sorprende porque nada más pasar Rivas se estrecha a dos carriles. Los atascos están asegurados en puentes y otras fiestas de guardar, cuando la gente huye en busca del mar. Pero resulta un fiel reflejo de lo que es Madrid, puesto que aquí, a diferencia de Cataluña, cabemos todos. Aunque tengamos que vivir con estrecheces y a menudo nos veamos abocados a huir.

La carretera de Andalucía conduce a la esencia de lo que es España y que Madrid asume como propio, por lo que sus costumbres supongo que se incluirán entre el decálogo que tendrán que firmar los inmigrantes, siempre que gane el PP las próximas elecciones. La visión de los feos e interminables polígonos industriales no impide tener en mente la próxima aparición de encinares y, más allá, de los omnipresentes olivos.

Salir todas las mañanas por la carretera de Extremadura genera las mismas consecuencias que Palencia: marca carácter. Madrid no marca carácter, lo crea. Probablemente sea la A-5 la vía más fea de la Comunidad, pero no por eso se parece a Palencia. Me embelesa observar las hileras de luces rojas que preceden a mi autobús, así como las blancas que se avecinan y que se pierden en el horizonte de Alcorcón. Sólo se salva la cercana presencia de la Casa de Campo, cuyo frescor cubre a los coches de una fina capa de hielo matinal durante este suave invierno.

Los excesos y contrastes de Madrid se evidencian en la carretera de La Coruña. Lujo inusitado a ambos lados, incluso con las residencias oficiales de la Presidencia del Gobierno y de la Jefatura del Estado. Pero, en cuanto se atraviesa Guadarrama y surge el páramo castellano, no es difícil percatarse de que el tiempo se ha detenido. Castilla es tierra sosegada, que invita a reflexionar sobre lo que nos depara el futuro y a poner en orden las ideas.

Sólo pensar en la carretera de Burgos le genera a uno un escalofrío. Burgos probablemente sea la ciudad más fría de España (alguno por aquí podrá confirmarlo). Quienes en Madrid vivimos dentro de la isla de calor, echamos de menos el frío. Un aire gélido que a veces nos permita respirar.

Siempre recuerdo los regresos por la carretera de Barcelona los domingos. Venía de Alcalá de Henares, para ver cigüeñas. Las echo de menos. Siempre las escuchaba en Palencia. También echo de menos los soportales de la Calle Mayor. Y los de Alcalá son estupendos. Salvando la monumentalidad y las hordas rumanas que la han poseído, Alcalá es la ciudad que he conocido que desprende una sensación más parecida a Palencia. Volver por la carretera de Barcelona los domingos, entre luces de clubs de copas, mastodónticos hoteles, asadores de costillas y aviones que parece que van a caer directamente sobre ti, cubre la noche de una mezcla de sofisticada y cercana cutredad, que bien define a Madrid.




Regresar del noreste el domingo, simplemente me aterra. Casi tanto como este agónico blog.

lunes, 4 de febrero de 2008

Prefiero que el título lo pongas tú


- No me lo puedo creer. No me lo puedo creer. No me lo puedo creer.
- David, ¡tranquilízate, coño!
- No me lo puedo creer. No me lo puedo creer. No me lo puedo creer. Dame una hostia, por dior, o algo. Pero es que no me lo puedo creer.
- Mira, vamos otra vez al castillo, a ver si vuelve a atardecer y así te relajas.
- No me lo puedo creer. No es posible. No me lo puedo creer.




(desde hace unos meses, la música tiene mayor importancia en mi vida. me acompaña. espera. escucha. observa. ambienta muchos momentos de intensa emoción. me recuerda a ti. incluso sirve para medir los tiempos. por ejemplo, esta semana, el trayecto de camino a la oficina dura una sinfonía)