Ésta no es una historia cualquiera. Ni siquiera es la última historia. Ésta es mi historia. La de este blog, pero, sobre todo, la mía.
Ante todo, no pretendo que esta última entrada se convierta en una plataforma de lanzamiento de besos, al estilo de Patricia Conde, la (pseudo) Miss Palencia más famosa de la historia. Pero, por primera y única vez, este post es absolutamente real.
La primera entrada data de principios de 2006, cuando Álvaro me animaba a que colgara mis fotos en alguna web y, de paso, escribiera alguna de mis tonterías. Entonces vivía con él. El período de mayor actividad de este blog ha coincidido con su desaparición definitiva de mi vida. Al margen de algún siempre bienvenido reencuentro, ocasional o provocado, la persona que mejor me conoció y que sirvió de apoyo absoluto mis primeros años en Madrid, ahora resulta un desconocido.
En las navidades del 2006, tras leer sobre todo a DavidMo, me entró el gusanillo por retomar el blog, pues no quería que quedara en una más de las cosas que comienzas pero no continúas. Al principio, lo hacía al margen de mi pareja. Quería que se convirtiera en algo íntimo que, aunque me leyeran otras personas anónimas que me proporcionaran un cierto feedback, me permitiera liberar, a mi manera, algunas sensaciones que me recorrían. Luis se enteró de su existencia meses después de que lo dejáramos, tras más de cuatro años de que me llenara el armario de desayunos bonitos, me trajera todas las tardes la mirienda y saliera en todas las fotos tapándome la nariz. Ahora está estilizando su vuelo y me permite mirarle, aunque sea de reojo y cada vez desde más lejos. Me alegro mucho por él.
Muchos fines de semana quedaron reflejados bajo la etiqueta de "Amanecer". Felipe fue testigo de la mayoría de ellos. Fuimos durante bastante tiempo pareja de hecho: nos veíamos desde primera hora de la mañana (él siempre llega mucho más tarde) hasta última hora de la noche... o cuando ya amanecía. Un personaje, un sueño hecho realidad, que descubrió cosas insospechas de mí. A pesar de la imagen tan tergiversada que ahora mismo le devuelvo.
Durante un par de meses republicanos apenas encontré tiempo para actualizar el blog, aunque tenía tantos sentimientos que sacar que al final siempre había post nuevo. El niño sevillano, en el que aún pienso casi todos los días, vino, me rompió los esquemas, me hizo vivir a colores y se fue. Le conocí el mismo día que me presentaron a la persona cuya aparición más agradezco a este blog. Nunca me tomé esto como una forma más de conocer a gente, aunque ahora buena parte de los que me rodean hayan iniciado su presencia, de una manera o de otra, a través de este medio.
David ha aportado algo equidistante entre la cordura y la locura, llevando ambos estados, al mismo tiempo, a su extremo. Entre impases y desasosiegos, se han sucedido los momentos de escucharle con la boca abierta, a punto de soltar una risa maliciosa o de morderme el pulgar de la mano derecha. A través de David apareció Jorge, que fue, es y será una de las mejores cosas que también me ha pasado, y no sólo musicalmente hablando, porque es una de las mejores personas que he conocido. A pesar de todos los avatares, sigue ahí, más cerca de lo que cree. Jorge trajo a otros compañeros de terraza: Hugo y Ángel. Imposible sujetar a unas alas inquietas. A Paco, el otro anfitrión de terraza, habría que dedicarle todo un post.
Ya no es lo mismo ir a Palencia sin quedar con Fran. Se sabe mi blog de memoria, me tiene muy estudiado, dice. Con muy pocas personas tengo el feeling de total cercanía. Pocas veces me siento libre de hablar sin complejos, con plena confianza. Fran, no sé cómo, en muy poco tiempo lo ha conseguido de mí. A pesar de ser de Valladolid.
Con una persona mantengo también una no-relación de no-amistad, iniciada a través de las palabras que dejamos aquí escritas. Es Quim. Desde una lejanía que de vez en cuando salvamos, se ha convertido en confesor de lo que no me quiero reconocer a mí mismo. También me ha enseñado mucho catalán y me hace de traductor simultáneo. Quim ha tenido en algunos momentos una imagen algo distorsionada sobre mí, que quizá he pretendido fomentar de manera inapropiada. Es una imagen superficial, que también padezco, pero que no se corresponde con aquello que de verdad quiero ser.
El último beso lo tengo que enviar muy fuerte, para que logre cruzar un océano de distancia. Otros, los dejo por aquí, para que cada uno recoja el suyo. Sois muchos los que os habéis pasado por el blog. En ciertos momentos he sentido un rubor ante la sorpresa de que recibir tantas visitas y numerosos comentarios. Todos ellos me han servido para conocerme más, saber por dónde tirar, reirme, enfadarme, reflexionar... en fin, todo menos indiferencia. Además, me sirvieron para acercarme a vuestras casas y resultar tan bien recibido. Espero seguir pasándome por ellas, porque me siguen aportando mucho.
Un tiempo todo éste en el que Pili siguió sorprendiendo. Llegó hasta límites de lo más insospechado. ¿Qué será lo siguiente?
Profesionalmente, la maduración de este blog me ha visto sufrir un despegue artificial e interesado, al tiempo que mal pagado. Mucha responsabilidad de golpe, exigida por parte de laempresaquemequitalavida e impuesta por laempresaquemepaga, con la que no siempre he sabido lidiar. Tengo la intuición de que algo va a cambiar al respecto.
De lo familiar, prácticamente nunca he hablado. La última entrada no supondrá una novedad. Porque es más de lo mismo. Y todo, por desgracia, se repite.
Ha sido un tiempo en el que he cambiado. Pero me conozco más. El blog ha tenido parte de culpa. Muchas veces uno no sabe lo que piensa hasta que lo cuenta, porque así nos obligamos a poner en orden las ideas. Tampoco es que precisamente haya sido ordenado en mis relatos... Ha sido un año en el que he pretendido experimentar mucho, dejar que llegaran muchas sensaciones de las que tenía ganas. Y también de equivocarme. Soy más abierto y receptivo, más inquieto, tengo más personas alrededor. Incluso ya sé dar abrazos. Ha sido un tiempo de expectativas e ilusiones. Y de querer vivir más. Ya no puedo conformarme con sobrevivir.
Este blog llega a su fin. Ya no tengo la intimidad necesaria para poder seguir alimentándolo. Es momento de elección. Y de pérdida. Pero, como esto engancha, proseguiré en otro sitio. No sé con qué aspecto o con qué contenido. Tampoco cuándo. Pero espero que entonces sigas ahí para leerme. Sí, tú.
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