martes, 6 de marzo de 2007

El peluche y la basura

Al sacar el portátil de la cajonera, me encuentro debajo con un osito de peluche. Lleva conmigo 4 años, acompañándome por las muchas oficinas a las que nos hemos trasladado desde entonces. Era el último objeto que introducía siempre en las cajas de mudanza, de manera que no padediera los achuchones típicos de estar abajo. Además, me daba alegría abrir la caja en la oficina destino y encontrarme con mi peluche.
Nunca le puse nombre. Le colocaba delante del monitor, identificando mi puesto de manera bastante obvia. Al principio me daba corte hacer este gesto, por aquello de qué dirían. Luego ya me daba igual, total, yo soy así, con mis ridiculeces y mariconadas incluidas. Me gustaba verle allí, observando mis cabreos diarios, mis borderías habituales y, sobre todo, la buena gente que durante este tiempo me ha venido a hacer visitas.

Desde hace varios meses no le he dejado salir del cajón. Me trae demasiados recuerdos. Fue un regalo de una de las personas cuyo sms me ha faltado este año nuevo. Una de las personas más importantes que ha pasado por mi vida. Hace más de un año que no le veo, más de 8 meses que no sé nada de él. Me cuesta tener al peluche delante sin que me recuerde a él. Es un perrito. Supongo que me lo regaló porque yo siempre le hablaba de mi perrín (hace un año que ya tampoco está).

No sé qué hacer con el peluche. He pensado en tirarlo, aunque no sé, no se lo merece, ni el peluche ni el recuerdo. Creo que últimamente estoy algo obsesionando con la basura. No voy a tratar de interpretarlo, pero es que incluso sólo hago fotos a basura. Quiero dar una salida digna al peluche, pero no se me ocurre nada.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

bueno... por lo menos esta semana tienes de okupa un payaso que aunque no esté hecho de peluche también es blandito (especialmente en la zona de los carrillos). Sólo espero que no termine también en el cajón...

David dijo...

Puedes estar tranquilo, no creo que haya cajones para ti porque no se te puede guardar...