Pero ha sido la primera vez que me ha ocurrido semejante situación en un medio diferente de internet. Con el chico de la sauna. Conocí antes su desnudo que su nombre. Varios jueves seguidos coincidiendo (solos) en la sauna del gimnasio ya nos había hecho casi colegas. Así que, contra todo pronóstico, el jueves pasado le solté: "Nos vemos aquí todos los jueves, yo creo que deberíamos presentarnos". Y claro, con lo cortado que soy, el corazón se me salía. Estaba encantado de la posibilidad de hacerme amigo de alguien en el gimnasio, que me aburro soberanamente. Además, mi análisis psicosociológico tradicional me decía que era un chico majo. Mi apreciación se corroboró y hasta luego me acompañó a casa, que le quedaba de camino hacia donde él iba.
Por cierto, se llama Miguel Ángel. Y hoy no ha venido. Tendría turno de tarde. Viene siempre con un pantalón de chándal rojo. Según estaba corriendo en la cinta vi algo rojo, pero no era él, sino la profesora de danza del viente (¡qué poco estilo, por dios, con lo que vale mi amiga Pili!). También vi otra cosa roja, pero era el extintor. Bueno, esperaremos hasta otro jueves que Carrefour le quiera dar la tarde libre.
2 comentarios:
Últimamente a todos os ocurren historias así. A ver qué pasa el próximo jueves.
Bueno hombre parece k empiezas a despertar... me gusta
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